Mi vida social.

Tras unas semanas con estos chicos, me cambiaron de una manera muy rápida, ellos hacían que me divirtiera y que me integrara más en la clase, me estaba volviendo una de esas chicas que todas quieren ser sus amigas, pero no por mi personalidad, si no por su conveniencia... o para que lo entendáis mejor...Falsas.
Los chicos me dijeron que fuera a un botellón con ellos, yo no quería quedar mal.. por lo que acepté su petición.

Tres segundos.

En case uno de eso chicos, se acercó a hablarme, me pregunto que si fumaba... yo no le dije nada me quedé mirándole fijamente unos tres segundos, el chico sonrió y me dijo que no intentara negar nada, que me habían visto. No me quedó mas remedio que afirmarlo puesto que de nada me servía mentirle.
Entonces fue cuando aquellos chicos se fueron uniendo mas a mi, comencé a juntarme con ellos, a fumar más, a estudiar menos e intentar adelgazar mas.

Ya lo sabían

Cuando iba hacia el instituto saque mi cigarrillo y me puse a fumar... no me di cuenta de que al otro lado de la acera estaban los chicos de mi clase...
Eran ellos...Los chicos "perfectos", los rebeldes, los que me hicieron comenzar esta mierda de vida... los que me hicieron sufrir tanto... y los que se dedicaban a criticarme y a manipularme.
En cuanto los escuché gritar mi nombre solté el cigarrillo, no quería  que nadie supiera que fumaba pero estos ya lo sabían.

Un vicio nuevo.

Desesperada por el hambre que tenía comencé a buscar trucos en Internet para saciar el hambre sin comer apenas nada lo único que encontré fue el tabaco, yo sabia que eso era lo peor que podía hacer, pero estaba desesperada por adelgazar.
Entonces fue cuando esa misma tarde compré mi primer paquete de Marboro.

Se convirtió en mi obsesión

En clase, mis compañeros pasaron de llamarme gorda a decir que tenía un cuerpazo, yo estaba feliz por los comentarios de mis compañeros, ahora ya no era la gorda de la clase... pero al mirarme al espejo, me seguía  viendo gorda. Por lo que seguía sin comer, y si comía en cuanto podía iba al baño y repetía el proceso de siempre. Estaba tan obsesionada, que me olvidé de todo y solo me centré en el "cuidado" de mi cuerpo, me olvidé de mi familia, de mis anteriores aficiones, y de todo lo que no fuese adelgazar.

La rapidez de mi autodestrucción

Yo seguí con mi método de quemar todas mis calorías de la manera sencilla, mi madre me decía que tenia que comer más que estaba muy pálida, y que como siguiera así en cualquier momento podría desmallarse. Empezaba a sospechar de los cambios tan rápidos que sufría mi cuerpo.

El cambio

Al cabo de unas semanas sin apenas comer, no podía mantener ni el equilibrio estaba muy débil, al mirarme al espejo no notaba los cambios, solo la bascula parecía diferente, adelgacé casi 10 kg.
En el instituto las chicas me preguntaban cómo había adelgazado tanto en tan poco tiempo y claro, yo respondía que haciendo deporte... aunque sabia perfectamente que era mentira.
En clase disminuyeron los abusos aunque siempre estaba el típico gracioso que se encargaba de amargarme las mañanas.
Aunque  había adelgazado mucho, me seguía viendo gorda.

Lo bueno acaba pronto

Al cabo de unas semanas, las burlas seguían aumentando, a pesar de mis esfuerzos por adelgazar...
Empecé a buscar en Google métodos para adelgazar rápido, el mas común era: "vomita"...
Yo sabía que eso no era bueno pero... no quería ser la gorda de la clase, así que decidí hacerlo.

Nueva alimentación

Tras esos abusos de mis propios compañeros de clase, yo sufría mucho, estaba harta de las burlas y risas de sobre mi cuerpo...
Por lo que empecé a hacer deporte y a comer menos,
deje de comer cualquier tipo de golosinas, nada de helados, nada de comida basura nada de mis comidas preferidas...
Mi madre estaba contenta de que empezara a tener una vida mas activa y saludable.

Pero lo bueno dura poco.. o por lo menos en las etapas de mi vida.

Una simple frase marcó mi vida.

Todo empezó cuando en 3º de la ESO unos niños se dedicaron  a llamarme gorda y humillarme delante de todo el instituto, era verdad, estaba rellenita pero nadie tenia el derecho de hacerme sentir tan mal y mucho menos de marcar el principio de mi historia.